El vínculo militar-industrial

Jun 26 • Mutualismo • 3787 Views • 1 comentario en El vínculo militar-industrial

fabrica de tanques

“Después de todo, el mayor baluarte del capitalismo es el militarismo. Desde el mismo momento en que éste último sea minado, el capitalismo se tambaleará” – Emma Goldman.

Una de las versiones más ingenuas del patriotismo contempla el gasto militar como una cuestión de “seguridad nacional”, en lugar de cuestionarlo como una transferencia de riqueza desde las clases productivas –la gran mayoría de contribuyentes- a la clase parasitaria de burócratas y corporaciones.

Luciano Segreto, en su ensayo sobre la industrialización italiana, expone el concepto de “spin-off” aplicado a la relación militar-industrial de Clive Trebilcock, que supone

una forma de transferencia de tecnología a través de la industria de armamentos, pública y privada, en la cual la investigación científica, ricamente financiada por el Estado, genera innovaciones válidas no solo para fines militares, sino también para elevar el nivel de las prestaciones del sector manufacturero civil de la economía.

En otras palabras: al coincidir las necesidades estructurales del Estado militar y la gran industria, el aparato logístico del primero tiende a sentar las bases del segundo, debido a que ambos comparten características similares como organizaciones centralizadas: la utilización intensiva de maquinaria, de técnicos y de medios de distribución o comunicación.
Como consecuencia, también comparten las mismas necesidades de medios económicos en I+D (investigación y desarrollo) para ampliar y modernizar la maquinaria; de escuelas y universidades públicas para multiplicar y abaratar el trabajo técnico; y de infraestructuras de transporte para desplazar a las tropas o distribuir las mercancías.

Sobre la ampliación de la maquinaria, las subvenciones de I+D y las contratas con el aparato militar, menciona Kevin Carson:

Un primer paso para comprender el monumental efecto de la guerra en la economía es considerar que el valor total de plantas y equipo en los Estados Unidos se incrementó en alrededor de dos tercios (de 40 a 66 billones de dólares) entre 1939 y 1945, gran parte de lo cual fue regalado por el contribuyente para sufragar inversiones forzadas del país a las grandes corporaciones. El beneficio fue virtualmente garantizado en la producción de guerra a través de los contratos de “cost-plus”. Además, como dos terceras partes del gasto federal en I+D fue canalizado hacia los 68 laboratorios privados más grandes (el 40% de ellos entre los diez más grandes), acaparando las patentes resultantes las compañías que cumplieron la investigación bajo contratos gubernamentales.

A través del complejo militar-industrial, el Estado ha socializado una gran parte –probablemente la mayoría- de los costes de investigación y desarrollo de las empresas “privadas”. Y el papel del Estado como comprador del excedente de producción económica es eclipsado por su papel al subsidiar los costes de investigación, como apuntaba Charles Nathanson. La investigación y el desarrollo fueron en buena medida militarizados por el “complejo militar de I+D” en la Guerra Fría. La I+D militar frecuentemente resulta en tecnologías básicas y de uso fundamental con amplias aplicaciones civiles. Las tecnologías originalmente desarrolladas por el Pentágono se han convertido frecuentemente en la base para categorías enteras de bienes de consumo. El efecto general ha sido eliminar el área de mayor riesgo del capitalismo: el desarrollo y la experimentación con nuevos procesos de producción o nuevos productos.

[…] La I+D militar frecuentemente se usa para desarrollar tecnologías de producción (como los sistemas de control automático en la industria de máquinas herramienta) que se convierten en la base de los métodos de producción a lo largo del sector civil.

En el ámbito de la educación, podemos pensar en las escuelas técnicas estatales de finales del siglo XIX y principios del XX de Estados Unidos, Rusia o Alemania descritas por Kropotkin en Campos, fábricas y talleres, y desarrolladas en paralelo a la gran industria. No es de extrañar que los altos mandos de ambas esferas hayan circulado de una a otra sin demasiados problemas.

En cuanto a las infraestructuras de transporte, el caso más conocido es el sistema de autopistas alemán durante el III Reich que terminó sirviendo a la gran industria a pesar de ser ideado con fines militares, aunque también existen muchos otros ejemplos como la marina de guerra británica, que subvencionaba su flota comercial con el pretexto de proteger el imperio –inflando el tamaño de las fábricas como consecuencia-.

En mayor o menor medida, todos los países industrializados han protegido de algún modo sus industrias estratégicas como la siderurgia o la maquinaria pesada para reconvertirlas eventualmente en industrias de guerra disponibles para fabricar armamento. En Italia fueron comunes los altos aranceles y las ayudas estatales, tal y como apunta Luciano Segreto en La industria de armamento y el desarrollo económico italiano (1861-1939), y esa fue una estrategia corriente seguida por otros países como Japón, Alemania o la España de Miguel Primo de Rivera y Franco.

Como indica acertadamente Félix Rodrigo Mora en Naturaleza, ruralidad y civilización:

En contra de la absurda teoría de que el desarrollo de las fuerzas productivas tiene, aun bajo el capitalismo, un componente positivo, están los tozudos hechos, que indican que la industria pesada se desarrolló en el siglo XIX con el propósito principal de abastecer a las flotas de guerra y a los ejércitos de tierra en sus aventuras coloniales, hasta el punto de que unas y otros consumían un elevado porcentaje de sus producciones aun en tiempos de paz, como lo prueba D. R. Headrick en “Los instrumentos del imperio. Tecnología e imperialismo europeo en el siglo XIX”.

Es imposible saber cómo sería hoy nuestra economía si el militarismo no hubiera alentado la gran industria (piénsese en las cifras de Carson sobre la industria americana en la II WW), pero sin duda sería de menor escala y menos intensiva en mano de obra técnica y capital. Probablemente el capitalismo se tambalearía, como dice Emma Goldman.

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Libros consultados:

La industria de armamento y el desarrollo económico italiano (1861-1939), Luciano Segreto

Campos, fábricas y talleres
, Piotr Kropotkin

Naturaleza, ruralidad y civilización, Félix Rodrigo Mora

Studies in Mutualist Political Economy, Kevin Carson

Organization Theory, Kevin Carson

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One Response to El vínculo militar-industrial

  1. […] el artículo anterior mencioné el caso de Alemania refiriéndome principalmente al periodo posterior de la unificación […]

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