Expropiando el Procomún
Este verano, el gobierno de España ha propuesto un anteproyecto de la Ley de la Racionalización, Sostenibilidad y Administración Local, que permitirá eliminar las entidades locales menores, éstas son, aquellas que están por debajo del municipio. Se trata de instituciones con personalidad jurídica propia, distinta de la de su municipio, que normalmente están gestionadas por democracia directa y cuya función es, principalmente, la gestión de las tierras comunales. Sólo quedan instituciones de este tipo en algunas comunidades autónomas, entre ellas, Galicia y Castilla y León.
Sería demasiado fácil decir que estas tierras comunales son propiedad del Estado, y que por tanto esto es una deseable desestatalización. Pero esto no es así. Existe una continuidad entre estas tierras y las tierras comunales que han sido gestionadas por los vecinos de las poblaciones rurales de la Península desde la Alta Edad Media. La mayor parte de esta tradición democrática y comunal actualmente está desaparecida, y lo que quedan son vestigios. Los vecinos, sus usuarios y ocupantes, son los legítimos propietarios de estas tierras según cualquier criterio serio de adquisición de la propiedad. Hasta ahora eran gestionadas por éstos colectivamente, y ahora van a pasar a manos de, según el caso, los municipios, las diputaciones provinciales, o propietarios privados.
Se trata de una expropiación a los propietarios legítimos en toda regla. Se trata además de la destrucción de un resquicio de democracia directa local que podía aún servir de contrapeso de poder ante el Estado, en particular, ante los municipios.
La excusa es el ahorro, si bien esto es algo que conviene matizar. Las entidades locales menores apenas generan gastos, pero si son vendidas a propietarios privados, generarán un ingreso, lo cual nos da una imagen mucho más clara de las motivaciones verdaderas de esta reforma.
Todo esto se ha hecho ante el silencio de la mayoría de los medios – es difícil encontrar información – , salvo de dos autores muy distintos, David de Ugarte por un lado, Félix Rodrigo Mora por otro. Las fuentes y más información podéis encontrarlas en esos artículos.
La verdad es que aún no comprendo bien el galimatías legal de la administración local. Tampoco comprendo bien cuál debería ser la posición libertaria coherente respecto a esta forma de organización que, por gestionarse localmente, impone en cierto modo un monopolio territorial sobre los asuntos que gestiona, análogo al de un estado. Pero, desde una primera impresión, no me resulta nada halagüeño.
El proyecto, afortunadamente, ha contado con el rechazo de todos los partidos, e incluso de muchos alcaldes del PP, y es probable que no sea aprobada sin modificaciones que, quizá, la hagan menos intolerable. Sólo quizá.
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9 Responses to Expropiando el Procomún
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« Una reflexión sobre las ideas situacionistas Sanidad Universal no es Sanidad Estatal »
Esta expropiación es también de los últimos coletazos de la destrucción de la sociedad rural tradicional que lamenta Félix Rodrigo Mora en sus libros. Esta destrucción de la democracia municipal también tiene un papel importante en David de Ugarte. Creo que entre ambos autores hay sorprendentemente algunos puntos comunes, aunque en otras cosas sean opuestos especulares.
Y ustedes defienden «la sociedad rural tradicional» ! no son tan progres…
Dices: «impone en cierto modo un monopolio territorial sobre los asuntos que gestiona, análogo al de un estado»
No creo que sea para nada análogo a un estado, ya que esta gestión del territorio se basa en el uso que la comunidad hace de él, sin importar que individuos conformen dicha comunidad en un momento dado u otro. Esta forma de propiedad fue la primera que el capitalismo destruyo, en aquello que Marx llamo la acumulación originaria, y que no fue mas que una forma de monopolizar el poder, y por ello creo que es la forma de propiedad-posesión democrática y descentralizada de la tierra (basada en el uso) que un anarquista o socialista del tipo que sea debería defender.
Mis ideas han cambiado un poco desde que escribí este artículo. Estoy a favor de la administración colectiva, mediante democracia directa, de las tierras y demás bienes comunales. Pero las entidades locales menores, y los municipios regidos por concejo abierto, no sólo gestionan los comunales, también crean regulaciones, recaudan impuestos…
Estoy a favor de la democracia directa local, y aunque no creo que esto suponga un problema en este caso, opino que debe ser contrarrestada por garantías y contrapesos para evitar que la mayoría pueda tomar decisiones que perjudiquen a las minorías. Desde un punto de vista teórico, no estoy a favor de la democracia directa sin restricciones.
(Félix Rodrigo Mora, sin embargo, sí está a favor de la democracia directa sin restricciones, en forma de concejos abiertos «omnisoberanos», y en esto difiero de él.)
¡Saludos!
De acuerdo, entonces estoy totalmente de acuerdo con tu postura actual sobre este tema en cuestión. La discrepancia sobre los limites de la democracia no es un tema sencillo… quizás cada comunidad genere sus estructuras de formas diferentes. Como dice Julio Anguita: «la democracia debe ser un convenio permanente para seguir permanentemente conviniendo, entre personas libres e iguales»
Por otra parte considero que los anarquistas no debemos caer en la «trampa anarcocapitalista», es decir, una pretendida neutralidad que no es tal (a la hora de la verdad se posicionan con la empresa privada jerárquica al igual que lo haría un liberal «vulgar»). Los obreros debemos tener conciencia de clase, ya que la clase privilegiada ten por seguro que la tiene… y entender que no nos vale cualquier forma de propiedad o cualquier forma de mercado. Por eso yo creo que en una sociedad libertaria no deben tolerarse las empresas no cooperativas. Muchos libertarios desde la derecha me dirán que eso es una imposición, y que debemos permitir todas las formaciones que luego competirán para ver cual prospera, pero es esa «neutralidad» la que critico, ya que de la misma forma que no toleraríamos una comunidad esclavista, tampoco tenemos porque tolerar una comunidad capitalista, y no por ello creo que debamos prohibirla mediante coacción estatal ni de ningún tipo, simplemente a través de nuestra acción y organización como productores, consumidores y propietarios de bienes comunales.
Al final creo que las soluciones practicas reales estarían a medio camino entre el anarcosindicalismo y el mutualismo, que de hecho creo que son las que de forma natural tienden a desarrollarse en experiencias libertarias reales, como más o menos esta sucediendo ahora en Rojava, y como mas o menos sucedió en la España del 36.
Aprovecho para felicitaros por los contenidos de la pagina, da gusto encontrar cosas de tanto valor intelectual en las redes, se este o no de acuerdo con ellas, y es una pena que no llegue a más gente este tipo de contenidos, aunque claro no es que este mucho de moda pensar.
Saludos!
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