Sobre el mercado de trabajo (IV)

Mar 29 • Actualidad • 3437 Views • No hay comentarios en Sobre el mercado de trabajo (IV)

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Cuarta entrega del debate con Albert Esplugas:

Los errores en este ejemplo ilustran las fallas en tu argumento. ¿Por qué asumes que solo pueden contratarse cuatro trabajadores y cada empresa solo puede contratar a uno? ¿Acaso no puede contratar una de las empresas a los 5 trabajadores? Si cada trabajador adicional aporta 130 a la empresa, la que pague 130 contratará a los 5. Da igual que los trabajadores estén dispuestos a trabajar por 20. Como mencioné en el artículo sobre el despido gratuito, el mercado «negocia por nosotros».
Claramente estás obviando la escasez inherente del factor trabajo. Hay literalmente miles de tareas que puedo desempeñar, pues como trabajador soy un factor de producción relativamente no-específico. Pero solo puedo desempeñar una tarea. Este hecho demuestra la escasez del factor trabajo, que George Reisman llaman muy apropiadamente «inerradicable».

Solo trataba de demostrar que los salarios pueden estar muy por encima del nivel de subsistencias aun en un contexto de monopsonio –ya que esa era la objeción que me hacías. Si los empresarios no contratan más es porque, dado el contexto estatal-capitalista, no son lo suficientemente abundantes como para descubrir todos los usos posibles del factor trabajo. Y esta es la cuestión que considero más importante.

Rothbard, Reisman y tú parecéis tomar los posibles usos del factor trabajo como algo “dado”, cuando lo cierto es que van descubriéndose gracias a la actividad de los millones de individuos que interactúan en el mercado. Y depende de esos millones de personas. Los posibles usos del factor trabajo disminuyen en la misma medida que las barreras estatales restringen el número de competidores capaces de descubrirlos.
La capacidad de aplicar la imaginación y la creatividad, como apuntó Douglas McGregor, está distribuida ampliamente entre la población, por lo que cualquier restricción en el número de personas capaces de aplicar esas habilidades desembocará en problemas de información (el “conocimiento disperso” de Hayek; el círculo más estrecho de empresarios no podrá reemplazar el conocimiento concreto de los individuos excluidos por las barreras estatales). Por ejemplo, nadie va a reemplazar el uso concreto del factor trabajo que habían descubierto estos cooperativistas sevillanos. En definitiva, cuanto más restringido es el grupo de los empleadores, menos probabilidades hay de que descubran los suficientes usos del factor trabajo.

Esto se demuestra, entre otras cosas, porque conforme desciende el salario exigido por los trabajadores (por ejemplo, aboliendo el SMI) aumenta el número de empleadores. En otras palabras: conforme el emprendimiento es accesible a capas más amplias de población, se descubren más usos del factor trabajo.
Implícitamente reconoces esto al admitir que las barreras artificiales retrasan la liquidación de la diferencia entre salarios y productividad (a pesar de que, finalmente, se liquiden), ya que tal “retraso” solo puede deberse a que el número más restringido de empresarios tarda más en descubrir y aplicar nuevos usos del factor trabajo.

Por otro lado, si el lapso de liquidación es muy largo –lo que dependerá de lo restringido de los empleadores-, las innovaciones técnicas, etc. pueden elevar la productividad marginal del trabajo antes de tal liquidación, aumentando la brecha entre salario y productividad. En la práctica, la productividad aumentaría a un ritmo muy superior que los salarios.

Pego un fragmento del Organization Theory, de Kevin Carson (p. 334):

“I’m familiar with the argument that “in a free market” wages are determined by productivity. I’m familiar with Rothbard’s argument that unions can’t do anything for workers, in a free market, that isn’t already accomplished by the operation of the market on an individual basis.
I’ve also seen, in the real world, real wages that have remained stagnant or even fallen slightly since the 1970s, as labor productivity soared and the real GDP early doubled. Labor is far more productive than it was thirty years ago; yet virtually the entire increase in GDP in that time has gone to corporate profits, CEO salaries, and exploding land rents. The entire growth of economic output over the past thirty years has gone into mushrooming incomes for the rentier classes, while the majority have kept up their purchasing power by cashing out home equity at Ditech.”

También sigue en pie el argumento de las fábricas de Nike en el sudeste asiático: ni las instalaciones ni la maquinaria justifican la disparidad salarial entre trabajadores occidentales y asiáticos, y las multinacionales llevan muchos años por allí.

Sobre Reisman:

But this is only another way of saying that the utmost goods and services he is capable of producing are far less than the goods and services he would like to consume. Taken collectively, our desire to be able to spend five or then times more than we now can afford to spend is an indication that we would like five or ten times more work performed. (…)
The scarcity of labor, of course, is also the result of a scarcity of personal services. Virtually everyone, if he could afford it, would like to be able to be served by maids, cooks, gardeners, personal secretaries, and so on. Each individual could probably find worthwhile uses for the labor of half a dozen or more full-time servants, without even giving the matter more than a moment’s thought.
The labor that we implicitly desire to have at our disposal, whether to produce good for us or to provide us with personal services, is, as I have said, limited only by our imaginations. And yet while nature has provided each of us with an imagination capable of forming desire on a grand scale, it has simultaneously equipped each of us with only two arms to provide for the satisfaction of those desires. (pags. 59-60).

Su análisis es acertado para un contexto de libre competencia, pero sería injusto aplicarlo bajo el capitalismo estatal.
Las barreras a la adquisición de los factores de producción complementarios; el poder adquisitivo; el crédito y los salarios mínimos son limitaciones muy fuertes a la demanda de trabajo.

En cuanto a las primeras, Franz Oppenheimer apuntó al monopolio de la tierra como la primera causa del pauperismo del proletariado industrial –lo que no es tan descabellado, tomando en cuenta el caso mencionado de los cooperativistas sevillanos, o las enclosures durante la revolución industrial-. Sencillamente, impide infinidad de aplicaciones del factor trabajo.
En segundo lugar, el poder adquisitivo reduce drásticamente el número de competidores.

En tercer lugar, el tipo de interés marca el límite entre los proyectos rentables y los deficitarios, aumentando los primeros cuando son bajos y los segundos cuando son altos. En un contexto de barreras de entrada a la banca y la emisión de billetes, los tipos son comparativamente más altos y la demanda de trabajo artificialmente más atenuada de lo que sería en un libre mercado.

Por último, los salarios mínimos condenan a miles de trabajadores al paro, lo que presiona los salarios hacia abajo y permite que las empresas que rinden una productividad por encima del SM puedan mantener salarios menores gracias al “ejército industrial de reserva”.
Como consecuencia de todo esto, los proyectos empresariales disminuyen en proporción al número de cabezas pensantes en disposición de competir.

En cuanto a Rothbard:

It is often alleged that the buyers of labor—the employers— have some sort of monopoly and earn a monopoly gain, and that therefore there is room for unions to raise wage rates without injuring other laborers. However, such a “monopsony” for the purchase of labor would have to encompass all the entrepreneurs in the society. If it did not, then labor, a nonspecific factor, could move into other firms and other industries. And we have seen that one big cartel cannot exist on the market. Therefore, a “monopsony’‘ cannot exist. The “problem” of “oligopsony”—a “few” buyers of labor— is a pseudo problem. As long as there is no monopsony, competing employers will tend to drive up wage rates until they equal their DMVPs. The number of competitors is irrelevant; this depends on the concrete data of the market.

En el caso del monopsonio, si la productividad de los trabajadores es en ese sector muy superior que en los demás, la diferencia no llegará a liquidarse. No es necesario que se extienda a todo el mercado laboral. En el caso del oligopolio, como digo arriba, la limitación de competidores reduce los posibles usos del factor trabajo o lentifica su descubrimiento.

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