La falsa forma cultural y su declive – K. Carson

Jun 16 • Actualidad • 8248 Views • 9 comentarios en La falsa forma cultural y su declive – K. Carson

taylorismo

Este artículo fue originalmente publicado por Kevin Carson en la P2P Foundation. En él habla, entre otras cosas, de las posibilidades descentralizadoras de la energía eléctrica (algo que ya comentamos a raíz de la objeción de Peter Klein) en relación con la energía a vapor de la “era paleotécnica” (la primera revolución industrial). También hace un breve repaso de la transformación de la economía norteamericana en los siglos XIX y XX y vislumbra las repercusiones de la era sin petróleo sobre el tamaño y la forma de la empresa.

Al público hispanohablante puede resultarle novedoso, ya que aunque trata este tema en Organization Theory, no existen ningún material en castellano al respecto.

Sin embargo, en mi opinión la parte más interesante es el asunto de la evolución de las empresas occidentales durante las últimas décadas hacia un modelo más flexible y descentralizado. En sus anteriores libros (Studies y Org Theory) Carson parecía ignorar esta tendencia descentralizadora, como si las compañías de hoy operasen exactamente igual que hace cincuenta años.
Su nueva perspectiva supone un paso más: el mutualismo ya no solo puede predecir deductivamente cómo sería un mercado liberado, sino que puede mostrar ahora los pequeños avances en esa dirección a raíz de las reformas liberalizadoras de las últimas décadas. Según Carson, la fluctuación de precios y la inestabilidad de los mercados –otra forma de llamar a la competencia libre- son los detonantes de los cambios.

En cuanto al título, he tenido un pequeño problemilla con la traducción: el original era The Cultural Pseudomorph and Its Decay, así que he sustituido “pseudomorph”, de difícil traducción, por la “falsa forma”, que es el significado literal. Si alguien conoce una traducción mejor le agradecería que lo comentase en el hilo. (He añadido algunas notas a pie de página mías para aclarar algunos términos que pueden no estar claros).

La falsa forma cultural y su declive

De acuerdo con Lewis Mumford, así como con otros numerosos partidarios de la industria descentralizada como Piotr Kropotkin y Ralph Borsodi, la principal razón para la producción a gran escala fue originalmente economizar potencia de vapor. En la era del vapor, todas las máquinas de una fábrica estaban conectadas por correas al motor desde un único generador de fuerza motriz. La invención del generador eléctrico y el motor eléctrico, que hizo reducir la máquina a la demanda y situarla cerca del mercado, eliminó este imperativo. Para Mumford, por lo tanto, la energía eléctrica era la característica definitoria de su fase “neotécnica”, distinguiéndola de la vieja fase “paleotécnica” de energía de vapor y grandes fábricas.

Michael Piore y Charles Sabel, al escribir The Second Industrial Divide, argumentaron que era posible incorporar la energía eléctrica para fabricar  en una de dos formas. La primera, y más natural, era aprovechar la ventaja de su potencial descentralizador e incorporar maquinaria eléctrica de pequeña escala y de uso general en la producción artesanal en un distrito industrial local. El otro era incorporar la energía eléctrica en el viejo sistema industrial paleotécnico. El segundo, el camino tomado por la mayor parte, fue la base de la industria americana de producción en masa.

La economía americana tomó el segundo camino en gran medida como resultado de la intervención estatal. Sin un sistema de ferrocarril centralizado y de gran volumen –casi completamente creado por el Estado-, y sin los costes de transporte artificialmente bajos como resultado de ello, no hubiera existido un único mercado nacional. Fue únicamente la existencia de un mercado nacional unificado, con costes de distribución artificialmente bajos, lo que hizo posible a las grandes empresas manufactureras atender a un único mercado nacional.

Sin esta intervención, el sistema de ferrocarril americano se habría desarrollado probablemente a partir de un gran número de redes de ferrocarril orientadas a nivel local, con las conexiones que eventualmente se desarrollaran más tarde y siendo de mucha menor capacidad. En este contexto, en el curso natural de cosas, los fabricantes locales tendrían que florecer para atender los mercados locales, y la energía eléctrica tendría que haberse integrado en esta industria local. El estado natural de cosas, en resumen, tendría que haber sido en la segunda revolución industrial el cambio de la economía americana en cien o más mercados locales y en red, siguiendo el modelo de Emilia-Romagna.

Pero esto no ocurrió. El Estado centralizado, aliado con los viejos intereses paleotécnicos, cooptó la revolución neotécnica por medio de un ejercicio masivo y planificado de ingeniería social.

Mumford llamó a este desvío del potencial neotécnico, y su incorporación en la estructura paleotécnica, una “falsa forma cultural”. La neotécnica no “desplazó el antiguo régimen” con “rapidez y decisión”, y no “desarrolló su propia forma y organización”. Las citas siguientes son de Technics and Civilization.

Emergiendo del orden paleotécnico, las instituciones neotécnicas no se han comprometido en muchos casos con esto, dado el camino antes de esto, han perdido su identidad a causa de los intereses personales que continuaron apoyando los instrumentos obsoletos y los objetivos antisociales de la era industrial media. Los ideales paleotécnicos todavía dominan en gran medida la industria y la política del mundo occidental…hasta el punto de que la industria neotécnica ha fallado en transformar el complejo de hierro y carbón, al punto que ha fallado en asegurar unos cimientos adecuados para una tecnología más humana, tomando la comunidad como un todo, al punto que ha prestado su potencia aumentada al minero, el financiero y el militarista, las posibilidades de trastornos y caos se han incrementado…
Las nuevas máquinas siguen, no su propio modelo, sino el modelo marcado por las estructuras económicas y técnicas previas…
El hecho es que en las grandes áreas industriales de Europa occidental y América…, la fase paleotécnica está todavía intacta y todas sus características esenciales permanecen, incluso aunque muchas de las máquinas que usa son neotécnicas…
Usamos simplemente nuestras nuevas máquinas y energías para añadir procesos que comenzaron bajo los auspicios de la empresa capitalista y militar: no la hemos utilizado aun para conquistar estas formas de empresa y superarlas para objetivos más vitales y humanos…
No solo tiene las viejas formas de técnicas que han servido para constreñir el desarrollo de la economía neotécnica: sino que los nuevos inventos y artilugios se han usado frecuentemente para mantener, renovar y estabilizar la estructura del viejo orden social…
La presente pseudoforma es, social y técnicamente, de baja calidad. Tiene solo una fracción de la eficiencia que la civilización neotécnica como un todo podría poseer, provista esta finalmente produce sus propias formas institucionales y controles y direcciones y modelos. En el presente, en lugar de encontrar estas formas, hemos aplicado nuestra habilidad e inventiva de tal manera que damos un aliento fresco de vida a muchas de las instituciones capitalistas y militaristas obsoletas del viejo periodo. Objetivos paleotécnicos con medios neotécnicos: esta es la característica más obvia del orden presente…
Es posible una una metamorfosis general en la cultura: nuevas fuerzas, actividades, instituciones, en lugar de cristalizar independientemente de sus formas más apropiadas, podrían introducirse sigilosamente en la estructura de la civilización existente…como civilización, no hemos entrado en la fase paleotécnica…Estamos viviendo todavía, en palabras de Matthew Arnold, entre dos palabras; una es la muerta, la otra el poder para nacer.

Como resultado, la industria americana derivó en una producción sloanista [1] masiva a finales de siglo. Como apuntan Sabel y Piore, “ha costado casi un siglo…descubrir cómo organizar una economía para recoger los beneficios de la nueva tecnología”.

La primera etapa de la falsa forma  implicó la integración de la energía eléctrica en la estructura de fábrica paleotécnica: el uso de máquinas enormemente caras y especializadas en un producto, desde la que siguió la necesidad de utilizar la maquinaria a plena capacidad para reducir los costes unitarios; esto fue consecuentemente necesario para divorciar la producción de la demanda, mantener las máquinas funcionando, y preocuparse de la venta de las cosas después. A partir de aquí, en orden, siguió la necesidad de la corporación de controlar la sociedad en general, para garantizar que la producción sería consumida y ningún excedente de bienes frenaría el funcionamiento del motor. La conclusión lógica del sistema era la obsolescencia planificada [2], los distintivos de marca, la gran presión de la publicidad, y todo lo demás. Y montañas de desperdicios: montañas de bienes reparables en el basurero, montañas de inventario en las fábricas, montañas de bienes económicamente inútiles producidos para el complejo militar-industrial cuya principal función era destruir riqueza y prevenir su amontonamiento demasiado rápido.

Cuando esta etapa se hizo insostenible, la falsa forma entró en una segunda y débil etapa que Mumford ha fallado en anticipar. La crisis del insostenible choque de las economías occidentales industriales alrededor de 1970, después de haber sido pospuesta en una generación por la Segunda Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial resolvió temporalmente las tendencias crónicas hacia la sobreinversión  y el subconsumo, ampliando muchas de las plantas y equipos del mundo fuera de los EEUU. Pero las tendencias críticas volvieron en los 70, con el abuelo de la crisis del cenit del petróleo actual.

En esta segunda etapa –promovida por Taichi Ohno como la producción ligera de Toyota y por las empresas de fabricación flexible de distritos industriales como los de Emilia Romagna –la economía corporativa comenzó a incorporar tecnologías y formas de organizar la producción que dieron vida a la visión neotécnica original.

De acuerdo con Piore y Sabel, el cambio hacia la producción ligera en América desde 1980 ha sido en gran parte una respuesta al creciente ambiente de incertidumbre macroeconómica que prevaleció después del resurgimiento de la crisis de sobreacumulación, y los shocks del petróleo de los 70s. La industria de producción masiva es extremadamente frágil –p. ej. “no se ajusta fácilmente a grandes cambios de su ambiente”. La cuestión no es cómo reaccionará la industria para resolver el agotamiento, sino cómo reaccionará a los tipos de fluctuación salvaje en los precios y las ofertas erráticas.

En cambio, el sistema dominante en los distritos industriales como Emilia Romagna se llama “fabricación flexible” por una razón. Es posible redirigir los bienes de capital dedicados y modificar las relaciones contractuales, y hacerlo muy rápidamente, en respuesta a los cambios súbitos del entorno. Aunque la producción artesanal siempre ha tendido a expandirse en relación a la industria masiva durante las depresiones económicas, fue solo en la prolongada depresión de 1970 y 1980 que comenzó a emerger de su estatus secundario, de forma que dichas técnicas de fabricación ligera empezaron a definir el sistema industrial.

Desde la segunda revolución industrial a finales del siglo XIX hasta el presente, las depresiones económicas han ampliado periódicamente el margen de la producción artesanal respecto a la producción en masa –pero sin alterar sus relaciones. El crecimiento lento arroja dudas en la siguiente expansión; en un ambiente incierto, las empresas postergan las inversiones de producción en masa o se pasan a técnicas de producción artesanal, que permiten entrar rápido en cualquier mercado abierto. El ejemplo más rotundo es la tendencia hacia una economía industrial de subsistencia o de reparación: como los mercados se estancan, el intervalo entre el reemplazo de los bienes vendidos se alarga. Este intervalo alargado incrementa la demanda de piezas de repuesto y servicios de mantenimiento, que son ofrecidos solo por empresas organizadas flexiblemente que usan equipamiento de uso general (N. T: de uso no especializado). El artesano de 1930 con una caja de herramientas yendo de puerta en puerta en busca de trabajos raros simboliza el descenso de la división del trabajo que acompaña el retroceso económico: la vuelta a los métodos artesanales.

Pero lo distintivo de la crisis actual es que el cambio hacia una mayor flexibilidad está provocando sofisticación tecnológica –en lugar de retroceso hacia técnicas simples. Como las empresas se han enfrentado a la necesidad de rediseñar los productos y métodos para dirigir los costes y la competencia creciente, han encontrado nuevas formas de recortar costes de la producción personalizada…en resumen, la artesanía ha retado a la producción en masa como paradigma.

En el caso de las pequeñas empresas japonesas del metal, las minifábricas americanas y la industria textil pratense (N.T: Italia), ha prevalecido el mismo modelo. Los pequeños contratistas de las grandes empresas manufactureras “sienten la volatilidad creciente del mercado de sus clientes; en respuesta, adoptan técnicas que reducen el tiempo y el dinero dedicados a cambiar de producto a producto, y eso también incrementa  la sofisticación y la calidad de la producción”. En Italia y Japón los contratistas se han federado entre ellos para crear redes de fabricación flexible y reducir su dependencia en una sola salida para sus productos.

Pero incluso aunque la economía corporativa volvió al original potencial de las tecnologías de producción neotécnicas, lo hizo dentro de la estructura organizacional paleotécnica, en la que los procesos de fabricación ligeros y flexibles continuaron siendo gobernados por enormes corporaciones que retenían el control sobre las finanzas, la publicidad y la propiedad intelectual.

E incluso la tecnología de producción ligera falló en alcanzar todo su potencial en una economía todavía basada en un modelo de distribución basado en “almacenar y descargar” (o en barcos-contenedor). El auténtico potencial de la fabricación ligera es eliminar totalmente el inventario orientando la producción a la demanda. No importa cómo de ligera sea una fábrica internamente, si el inventario únicamente es barrido bajo la alfombrilla –o más bien en las fábricas y los camiones- con una cadena de distribución de miles de millas. La verdadera producción ligera solo se logrará en una economía completamente relocalizada, en la que la maquinaria esté no solo subordinada al flujo de producción dentro de la fábrica, sino que la fábrica en sí misma esté subordinada tanto como sea posible a la demanda local y situada tan cerca como sea del punto de consumo.

La buena noticia es que la segunda etapa de la falsa forma es tan completamente insostenible como la primera. Como las viejas instituciones corporativas dependen más y más de la “propiedad intelectual” para captar valor del proceso directo de producción que ellos ya no controlan, se hacen cada vez más vulnerables. Como el proceso de producción se hace en red, y es controlado casi completamente por contratistas, la corporación se convierte solamente en otro potencial nodo superfluo para ser tratado como una obstrucción  y eludida. Y como ha argumentado en el pasado Eric Hunting, los crecientes diseños modulares de productos que el capitalismo corporativo ha asumido para sus propios objetivos son ahora otro modo por el que el sistema  está cavando su propia tumba.

El “capitalismo cognitivo” es viable solo en la medida que las patentes y los copyrights puedan hacerse cumplir por la fuerza, y la gente esté dispuesta a respetar su legitimidad. Todo el modelo de negocio, no solo del dinosaurio corporativo de las industrias del entretenimiento y el software, sino de los fabricantes físicos cuyos precios constan en buena medida de rentas de “propiedad intelectual” en lugar de trabajo actual y costes materiales de producción, colapsarán tan pronto como aquellos ocupados en la producción actual los vean como los parásitos inútiles que son.

El retorno de las viejas crisis de sobreacumulación y subconsumo con los posteriores desastres económicos, la creciente insostenibilidad mundial o incluso continental se suman a la era del cénit del petróleo, la imposibilidad de captar valor de la “propiedad intelectual” en una era de fuerte codificación y bittorrent, y por encima de todo la expansión de los costes de producción y gastos generales en el extremo inferior de la cantidad de mejoras en la tecnología de máquinas-herramienta miniaturizadas y la suma de pequeños capitales de pequeña escala subcontratados, significa que estamos en “tiempos interesantes”.

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[1]: “Sloanista” proviene de Sloan, uno de los gestores más celebres de General Motors.

[2]: Con “obsolescencia planificada” Carson se refiere a la práctica de las corporaciones de lanzar productos con un periodo de vida intencionadamente breve, para así garantizarse el consumo continuo.

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9 Responses to La falsa forma cultural y su declive – K. Carson

  1. presurista dice:

    Buen post como siempre victor
    En principio echo en falta un análisis complementario del carácter descentralizador en esa etapa neotécnica dentro de una globalización de producción es decir, la fabricación en Asia de las empresas europeas y americanas que habla Carson y Muntford. El mercado usa está repleto hoy en día de producto manufacturado descentralizados con una producción neotécnica, con lo cual los costes de fabricación han disminuido considerablemente solo aumentando los costes logísticos, que no son equiparables.
    Por otra parte el análisis que desarrolla con respecto al artesanado es muy interesante. El problema es que si efectivamente el mercado pide un cambio rápido de productos y fabricación flexible, lo que puede mejorar son la calidad del producto, pero lo de los costes y en una economía localizada pues como que no lo veo tan claro. Por otra parte con la sobreproducción que existe con los productos manufacturados, creo que las empresas deberían de preocuparse más por esa calidad que no del costo. Si quieres costo fabrica en china, pero si lo que quieres es ofrecer participación a emprendedores-partícipes antes llamados asalariados, lo mejor es entrar en competencia por nuevas formas de gestión lejos de esa planificación capitalista. Las empresas deberíande abandonar el penamiento de ratio de hora de trabajo de la máquina/precio, ya que la máquina actual no trabaja 24 horas. Solo las plantas que hay shenzhen abastecería dos o tres veces el mercado del consumo electrónico si trabajaran a pleno rendimiento.
    Por último el tema de la patentes. Aquí en europa, que por cierto al oficina de patentes está aquí en alicante, no es tan rígido como en USA, ya que por ejemplo los software no son invención, con lo cual la postura no está definida.
    En cunato mi postura sobre el tema, está claro que si la patente es un derecho que tiene que ser otorgado por el estado estoy completamente en contra. Además, es bastante elástico el tema de las patentes, ya que por ejemplo con que modifiques algo del proceso se te puede aceptar, salvo que el invento sea muy notorio. Es el caso de Porche, que lo primero que ha hecho para investigar su motor eléctrico ha sido comprar un tesla y desmenuzarlo, cosa que es lo que hacemos todos los fabricantes, para ver el producto de la competencia. Pero al igual que dentro del idealismo alemán las diferencias con respecto al yo son muy sutiles, pero al fin y al cabo mejoras dentro del pensamiento, así entiendo yo este tema. Se puede mejorar lo que hay sin necesidad de copiar y eso es avanzar y cambio.
    Otra cosa que no entiendo es que se fusile una marca y se le ponga el nombre como los fakes o relojes falsos, que creo que sí que hacen daño a una marca.

  2. Victor L. dice:

    @ Presurista:

    Creo que el desarrollo que echas en falta se encuentra en la Org Theory, aunque no puedo asegurártelo porque aun no he llegado hasta allí (el capítulo de la peer to peer production es de los últimos).

    Yo sí pienso que la producción a pequeña escala (quizá «artesana» tenga unas connotaciones en castellano que no tiene en inglés) puede ser más económica que la producción centralizada; piensa que buena parte de los costes corporativos -distribución, educación técnica, etc.- están socializados en el contribuyente.

    Respecto a las patentes, se me olvidó puntualizar una cosa en el otro hilo. En mi opinión, aprovechar los inventos ajenos es perfectamente legítimo, pero falsificar la marca es un fraude contra el consumidor (p. ej. sería injusto que otros se aprovechasen de la buena fama de tus relojes para vender más de los suyos).
    Los beneficios extraordinarios cuando la competencia todavía no se ha hecho cargo del producto son un incentivo más que suficiente para innovar.

    Por cierto, si el coste de mantener las patentes (policía, etc.) fuese interiorizado por las corporaciones beneficiadas, automáticamente muchas «propiedades intelectuales» serían de facto inútiles, porque no les sería rentable hacerlas valer.

  3. TIGRE dice:

    Pero Victor,¿como pretendes regular el fraude de falsificar una marca?

  4. Victor L. dice:

    Tigre, parece que encuentras algo intrínsecamente antilibertario en la violencia.

    Estoy de acuerdo contigo en que es deseable minimizarla, pero la cuestión radica en si es o no legítima, es decir, en si es defensiva u ofensiva. La violencia contra los ladrones (p. ej. fabricantes fraudulentos) para evitar que continúen robando es perfectamente coherente con el anarquismo.

  5. TIGRE dice:

    Si,pero es que la violencia desencadena en mas violencia,y quien te dice que el falsificador no esta asociado y que aquello se convierte en la tan temida y odiada violencia de bandas,unos contra otros por el control de la produccion o falsificacion en este caso….ese es el caos que temen todos los escepticos antianarquistas…¿no habria que darles las minimas razones para pensar que aquello es un caos?

  6. Victor L. dice:

    No entiendo por qué debe haber caos. El caos sería precisamente permitir que los ladrones y delincuentes campasen a sus anchas, no lo contrario.

  7. TIGRE dice:

    ¿Que propones?¿milicias ciudadanas imponiendo la «ley y el orden»?porque no se si me convence….

  8. Ontorbihem dice:

    Victor no veo la razón bajo ningún concepto de que la violencia sea consona con nuestro ideal. De ser asì recuerda que otros anarquistas proclives a la expropiación utilizan tu mismo argumento. Ahora bien es absolutamente indeseable la represión y de un aparato dedicado a ella. No tienen cabida ni las prisiones ni formas de resolver las querellas tan arcaicas. Yo desde hace tiempo veo necesariio que construyamos esa ética que nos permita no equivocar los pasos dados. Si alguien plagia tus productos, cosa que realmente seria innecesario dadas las multiples posibilidades que tendría para desarrollar los suyos y fabricarlos, pero sigamos con que alguién plagia los productos manufacturados por otra persona.

    La solución es muy simple:

    Por mucho esfuerzo que haga tendría que invertir significativamente más tiempo y recursos en copiarte a la perfección (cosa que es imposible) y dado que igualmente se vería el engaño en tanto calidad y otros factores intrínsecos en el producto, tu mismo tendrías el control sobre ese problema al de repente mejorar algún aspecto de tu producto, diferenciarlo mucho más y competir contra tu clon. La verdad al final de todas estas tendría que ser un necio pudiendo dedicarse a algo mucho más fructífero que imitarte sobrando posibilidades por doquier.

    Pero es esa base ética, que no es nada nueva y está en el corazón de todos los clásicos y en nosotros que humildemente quiero entender que «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» no debemos anclarnos en las ramas decadentes de este mundo agonizante. Hagamos uno nuevo tal y como lo soñamos…

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