La situación del trabajador en Argentina

Jun 6 • Mutualismo • 15164 Views • 10 comentarios en La situación del trabajador en Argentina

Luego de la crisis económica vivida hace más de diez años, con su punto álgido en el año 2001, en Argentina se vivieron tiempos de relativa prosperidad a partir de una situación comercial externa favorable. Pese a ello, la posición del trabajador promedio continúa siendo la misma que hace cientos de años: su acceso a los medios de trabajo, al capital, continúan restringidos gracias a la acción del Estado.

1) Con la desaceleración económica, que ya se ha convertido en una incipiente recesión, la situación en este 2014 se vuelve más insostenible que nunca. El 75% de los trabajadores argentinos gana menos de 6.500 pesos mensuales (aproximadamente 590 dólares), mientras que la mitad de los ocupados ganan menos de 4.040 pesos (367 dólares), es decir, casi igual que el salario mínimo de 3.600 pesos (327 dólares), que de todas maneras se queda corto debido a la manipulación de las estadísticas oficiales. El 25% que menos gana, cobra por debajo de los 2.500 pesos mensuales (227 dólares), y contamos con un 33,5% de empleo informal y 1.200.000 de desocupados. Estos datos se agravan teniendo en cuenta que buena parte de estos ingresos, de por sí magros, se ven atacados por la inflación y por las cargas impositivas del Estado. [1]

La mitad de los trabajadores que menos ganan, y que consumen prácticamente toda su renta, tributan un 21% de lo que gastan en concepto de IVA. Este es un impuesto tremendamente regresivo, puesto que un trabajador con un salario de 3.600 pesos que acaba consumiendo en su totalidad paga más de la quinta parte de impuestos, mientras que alguien con un salario de 10.000 pesos, si tomamos como parámetro de consumo el salario mínimo, paga 7,5%. Por otro lado, la falta de actualizaciones en el impuesto a las ganancias se ha llevado por delante el salario de los trabajadores mejor remunerados: un obrero que gana a partir de 15.000 pesos (1.363 dólares), tributa casi el 40% de sus ingresos al Estado.

De esta manera Argentina se perfila como el país donde el Estado tiene mayor peso sobre la economía de la región, y uno de los países del mundo donde más impuestos paga el trabajador. [2] El IVA y el impuesto a las ganancias, que se aplican a trabajadores que ganan sueldos decentes por las escalas desactualizadas por la inflación, son los que más contribuyen a la recaudación total de recursos públicos en términos nominales, por sobre las retenciones sojeras y sobre el impuesto a los combustibles. [3]

2) Pero esto no es todo, sino que el asalariado argentino tiene cada vez menos alternativas para emanciparse e independizarse. Aunque pudiera hacerse con un pequeño ahorro, es impresionante cantidad de barreras de entrada a los mercados, desde las leyes nacionales hasta las normativas municipales para montar un negocio propio. Estas restricciones elevan los costos para cualquier emprendimiento modesto prácticamente por sobre los 100.000 pesos (más de 9.000 dólares). Y si sumamos el efecto que tiene la inflación sobre los saldos en pesos, es sencillo concluir que la inversión a partir del ahorro sobre el salario es prácticamente imposible.

El crédito es casi inaccesible. Los bancos exigen tasas de alrededor de 70% para cualquier emprendimiento, con montos mínimos de alrededor de 120.000 pesos para las pequeñas y medianas empresas. Paradójicamente, los bancos ofrecen alrededor de un 18% anual por los depósitos a los ahorradores, una menudencia en comparación con las tasas que cobran a sus clientes por los préstamos y por los consumos con tarjeta de crédito. Las ganancias que obtienen los bancos por su posición monopólica en la administración del crédito no tienen igual en otros sectores de la economía argentina. Y con la última devaluación en enero de 2014, las ganancias se acentuaron aún más. De hecho, podría decirse que fueron los únicos beneficiados además del gobierno. Todos los demás sectores sufrieron una fuerte pérdida en su poder de compra. En el primer trimestre de 2014 la economía argentina no creció, y sin embargo el sector bancario registró un 300% más de ganancias que en 2013. [4]

3) Imposible emanciparse por el ahorro, imposible emanciparse por el crédito, lo único que queda al trabajador promedio es huir a activos que le permitan siquiera sostener el valor de su capital para luchar contra la inflación. En un principio fue el dólar o cualquier otra moneda extranjera, pero el Estado, en su afán de obtener recursos para sostener su red clientelar, impuso un rígido “cepo cambiario” en 2011, controlando y racionando la compra y venta de dólares al público. El sistema, que comenzó prohibiendo prácticamente la adquisición de moneda extranjera (generando el surgimiento de un fuerte mercado negro de divisas), fue suavizado en enero de 2014 permitiendo el acceso a dólares a unos pocos. Sólo quienes ganan 7200 pesos por mes (654 dólares), el equivalente a dos salarios mínimos, pueden adquirir moneda extranjera para ahorro, y a partir de ese mínimo la cantidad que pueden comprarse crece: nunca se ha visto un sistema tan regresivo para racionar un bien escaso. [5]

Es decir, quedan afuera más del 75% de los trabajadores argentinos.  La huida a otros activos, como a bienes durables como los automóviles (descuento a los bienes inmuebles puesto que son inaccesibles para la mayoría de la población desde hace décadas) fue masiva, y fue lo único que sostuvo la industria automotriz nacional, junto con las compras brasileñas. Con la recesión actual, ni siquiera esto alcanza, y la reducción de personal y de operaciones en las principales automotrices ya son un hecho. Al asalariado argentino, en este sistema, sólo le quedaría una opción: trabajar para otro, cobrar un sueldo miserable, consumirlo en su totalidad en una carrera contra el aumento de los precios, y rezar que la recesión no lo arrastre al desempleo.

4) Con la crisis del año 2001, el espíritu popular era tal que la consigna en boca de todos era “que se vayan todos”, manifestando la pérdida total de confianza en la clase política. La proliferación de asambleas barriales, centros de trabajo tomados y gestionados por sus propios trabajadores y por organizaciones populares, sin líderes políticos visibles entrometiéndose, fue la norma hasta que el Estado policial de Eduardo Duhalde allanó, mediante la represión y el ajuste económico, el camino para el primer gobierno de Néstor Kirchner en 2003. Hoy, y sin índices de pobreza tan dramáticos como los de aquella época (afortunadamente), el espíritu de los argentinos es similar, aunque no termina de madurar.

Las opciones de acción política de los trabajadores son prácticamente nulas. Y hoy más que nunca desde 1983, la legitimidad de la democracia representativa está siendo puesta en duda: se trata de sostener a la clase política actual, sabiendo que el curso de los hechos será el mismo de hace décadas. Lo demuestra el simple hecho de que los principales candidatos para las elecciones de 2015 sean todos engendros del propio riñón kirchnerista (y a su vez, duhaldista y menemista), y hasta la facción “derechista” liderada por Mauricio Macri se ha acercado enormemente al gobierno actual.

La otra opción es la izquierda, que ha crecido bastante en los últimos años sobre todo en algunos de los principales gremios del país, y ha ganado posiciones legislativas. Esto es un síntoma en sí mismo. Al trabajador promedio ya no lo convence el peronismo, que se ha convertido en lo que se convirtió el radicalismo a principios del siglo XX una vez que alcanzó el poder: un movimiento netamente conservador. [6] Pero, pese a que el avance de opciones alternativas al peronismo hegemónico es altamente positivo, se trata de la misma izquierda autoritaria de siempre. Las propuestas son, más allá de la retórica “asamblearia” o “democrática”, más centralización, más poder al Estado, más impuestos sobre los productores.

5) Pienso que en Argentina hace falta un movimiento de izquierda que realmente piense en la emancipación del productor, que elimine los privilegios monopolísticos en la banca, la tierra y la industria, que no cargue el peso del Estado sobre los recursos de los trabajadores y emprendedores, que deje todas las decisiones políticas y económicas en manos de los ciudadanos. Un movimiento libertario. No desde las elevadas alturas del espectro liberal, que no puede acercarse al trabajador más que para exigirle que lea a Ludwig Von Mises y que glorifique a Juan Bautista Alberdi. Existe una distancia cultural enorme entre este pretendido racionalismo heredado del siglo XVIII y la herencia cultural argentina. La misma distancia que hay con las figuras oxidadas de Marx y Trotsky que la izquierda pretende imponer.

La mentalidad argentina es libertaria, por historia, por cultura y por idiosincrasia, y es allí donde hay que trabajar.

 

 

[1] “El 75% de la gente ocupada gana menos de $ 6.500 mensuales”, Clarín, 26-03-2014.

 

[2] Fernando Gutiérrez, “Cristina, “víctima” de la curva de Laffer: el Gobierno, casi sin margen para subir impuestos y mejorar la caja”.

 

[3] Recaudación – Serie Anual 2014, AFIP. Un argumento frecuentemente utilizado contra esta crítica hacia la depredación estatal consiste en sentenciar que los recursos recaudados “vuelven” en forma de servicios públicos o sociales, como las Asignación Universal por Hijo o en servicios educativos. Hay que señalar que, la AUH es un simple remiendo para mantener contenido los impulsos destructivos del lumpenproletariado (que todos conocemos por episodios como el del 2001), y que pese al aumento de la inversión pública en educación desde un 4 a un 6,2% del PBI, la inscripción de alumnos en escuelas privadas creció siete veces más que en escuelas públicas, debido a la caída continua en la calidad de la educación pública, que no ofrece perspectivas de futuro para sus alumnos y mantiene totalmente precarizado al personal docente. Nuevamente, el obrero sufre por partida doble: con sus impuestos sostiene la educación pública y a la vez hace un esfuerzo increíble para costearle la educación privada a sus hijos.

 

[4] Nicolás Bondarovsky, «Economía: la extraordinaria ganancia de los bancos». Esto no es nada nuevo. Ha sido advertido por un sinnúmero de pensadores que enfatizaron la necesidad de que el obrero tenga la posibilidad de acceder al crédito para su emancipación, comenzando por Proudhon, William Greene, Benjamin Tucker y Silvio Gesell, hasta Kevin Carson en la actualidad, entre otros.

 

[5] La AFIP anunció la fórmula con que se calculará la venta de dólares para ahorro”, Infobae, 27-01-2014.

 

[6] La izquierda por la izquierda: Jorge Altamira – Partido Obrero – FIT”, La Barraca, 19-05-2014.

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10 Responses to La situación del trabajador en Argentina

  1. Alberto García dice:

    Argentina parece que es donde más apoyo hay al anarquismo individualista y mutualismo, entre los países de lengua castellana.

  2. Horacio Langlois dice:

    Hola Alberto, coincido con lo que comentás. Tenemos a favor experiencias históricas anarquistas y lo que considero que es una «predisposición» cultural libertaria. Es un tema que quiero tratar más adelante, creo que hay un campo muy fértil para explotar con nuestras ideas.

  3. Germán Zabala dice:

    Excelente Horacio, estoy trabajando mucho intelectualmente en diagramar una visión libertaria de izquierda, si nos podemos permitir calificarla así, basada principalmente en el trabajo de Kevin Carson y de Bookchin. Lamentablemente de Carson tenemos poca bibliografía en español, y sería interesante divulgar su posición en nuestro país.

  4. Alberto García dice:

    Horacio, Zábala, para darle perspectiva histórica a lo que hagáis os aconsejo investigar un poco el tema de los cabildos abiertos revolucionarios argentinos salidos de los viejos cabildos coloniales, los cuales eran a su vez primeros hermanos de los concejos altomedievales de los antiguos reinos ibéricos. Yo creo que en lo de los concejos hay un filón a explotar por los libertarios como para explicar que ideas similares a las libertarias en algunos puntos ya se aplicaron. Lo ha tocado Félix Rodrigo Mora ese tema de los concejos. Yo sólo os digo que me interesé en la Edad Media (antes me gustaba más el siglo XVIII) en parte por culpa de los concejos altomedievales porque existía en ellos mucha ideología protolibertaria. Que si presuras, comunales, concejos abiertos, hacenderas y sextafeiras… En la edad media la gente era bastante más civilizada de lo que se suele decir normalmente.

  5. Franco dice:

    ¿Porque no arman un partido y se presentan a elecciones? no es una chicana, es una pregunta en serio. Porque con mandar a la gente a que lea Carson, no hacemos nada. Podemos ser viejos con barba lectores expertos en mutualismo y no haber logrado nada.

    Yo votaría y hasta colaboraría con un PARTIDO MUTUALISTA.

  6. Horacio Langlois dice:

    Hola Franco. Comparto tu crítica, de hecho, es la misma que hago al final a los liberales como los del Partido Liberal Libertario, la Fundación Hayek y otros institutos satélites o a las agrupaciones universitarias trotskistas y otros partidos menores de izquierda que no tienen intenciones reales de cambio (ni posibilidades).
    Sobre el partido mutualista, creo que nuestro principal problema actual es que somos pocos, dispersos por muchos países distintos y actuamos casi exclusivamente por internet. Pero si estamos cerca geográficamente podemos hacer algo (tal vez!), dejo mi mail: orasio_89@hotmail.com
    Lo mismo digo para Germán Zabala, me interesa su idea de conjugar a Carson con Bookchin, creo que Luis Diego Fernández tiene una intención similar: http://www.mutualismo.org/izquierda-libertaria-y-new-left-continuar-un-dialogo/

    Un saludo!

    • Germán Zabala dice:

      Sigo a Luis porque me ha esclarecido bastante el panorama político y económico del libertarismo en general, y del neomutualismo en particular, si puede llamar así. Si bien en nuestro país el desarrollo de un movimiento libertario de izquierda está en una fase embrionaria, soy optimista respecto de un interesante desarrollo intelectual y político del mismo. Para empezar, solo hace falta hacer un poco más de «ruido» y romper algunas nueces…

  7. anarchistgualeguaychu dice:

    Yo no que tan viable puede ser un partido mutualista en los estados modernos , pero coincido con Alberto y tambien con Franco en eso de que podemos envejecer deseando cada vez mas que las cosas sean distintas al tiempo que se acentuen cada vez mas las injusticias. Por ahora a quienes veo muy activos ( y creativos, no menos importante) aunque los ultimos meses se apagaron un poco son los chicos que entrevistaron en el programa de la estrellita roja y que estoy casi seguro que son de la «troupé» de Nicolas Moras, Guilermo Medina y demas que tengo en fb. También seria interesante un dialogo entre ellos y bandera negra que logro buenos resultados en la Uba contra los grupos que menciona Horacio en su ultimo comentario y no tienen mucha tanta formacion ideologica pero evidentemente tienen ganas de hacer cosas. En fin yo apuesto por la unidad y tambien me gustaria colaborar con las iniciativas que surjan aunque reconozco que tengo poca fe en revertir la tendencia mundial al gran hermano. Muy buena la nota aunque un poco optimista en cuanto a lo de la idiosincrasia libertaria de los argentinos …

  8. Alan dice:

    Qué buen post Eduardo, sigue escribiendo por favor, a mi manera de ver las cosas lo más importante es difundir las ideas, las iniciativas concretas de cambio ya se irán dando poco a poco… y en cualquier caso creo que en el siglo XXI los cambios se van a precipitar por su propio peso y por la fuerza disruptiva e imparable del cambio tecnológico reductor de la escala óptima de producción: sólo con que termine de derrumbarse el aparato de la propiedad intelectual se va a precipitar un tsunami de innovación que se va a llevar todo por delante. Nuestros hijos, o como máximo los hijos de nuestros hijos, van a vivir en un mundo radicalmente más libre que el nuestro… qué mejor granito de arena que aportar que el contribuir a desarrollar una base teórica que sume a su inspiración para seguir construyendo? Todo lo demás que venga, bienvenido… pero con eso basta y sobra 😉 Salud!

  9. Marcelo dice:

    Cuando indicás que «[…] se trata de la misma izquierda autoritaria de siempre. Las propuestas son, más allá de la retórica “asamblearia” o “democrática”, más centralización, más poder al Estado […]», asumo que se habla del FIT (trotskismo).

    Siendo así, me podrían recomendar alguna lectura sobre por qué un estado más grande es automáticamente antidemocrático? Hay algún artículo o capítulo que puedan recomendar que analice al trotskismo desde la perspectiva libertaria? Muchas gracias.

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