Minienciclopedia (II): historia del término mutualismo

Dic 11 • Mutualismo • 5489 Views • 1 comentario en Minienciclopedia (II): historia del término mutualismo

mutualismo violeta

Continúo con la “minienciclopedia”. En principio creo que es bastante apropiada la definición que di al principio –con todos los conceptos que contiene implícitamente y que desarrollaré en otras secciones-; aquí me gustaría hacer un repaso histórico sobre las diferentes concepciones y definiciones de mutualismo, desde sus orígenes –anteriores a Proudhon- hasta Kevin Carson. No se trata de una historia del mutualismo, por lo que no aparecerán militantes célebres como Tolain o Dyler Lum, sino únicamente aquellos autores que han contribuido a definir y explicar el término. La tarea de recopilar información sobre la historia del movimiento mutualista, especialmente las asociaciones obreras de Europa y Estados Unidos, su papel en la primera Internacional, etc. quedará para otro capítulo de la minienciclopedia. Disculpad la abundancia de citas, pero lo veo necesario a la hora de abordar temas tan espinosos.

Como punto de partida, por tanto, tomamos esta definición (cuando todos los conceptos estén definidos por separado, quizá podría añadir anotaciones al pie para dirigir al lector a cada uno de ellos –p. ej. reciprocidad, principio de costo, etc.):

El mutualismo es un sistema económico y social basado en la libertad de contrato, la propiedad privada y los mercados libres, que toma el capitalismo actual como producto del privilegio y el monopolio promovidos por el Estado y aspira a una sociedad regida por cooperativas de trabajadores y pequeños negocios, en un contexto político donde el Estado ha sido reemplazado -incluso en funciones tales como la ley, la seguridad o la justicia- por mutualidades, compañías de seguros y tribunales de arbitraje.

Historia del término mutualismo

Según Clarence Lee Swartz [1], el primero en emplear el término mutualismo fue John Gray (1832), un socialista ricardiano que, en la línea de Thomas Hodgskin y otros autores, utilizó la infraestructura teórica de los economistas clásicos para condenar el privilegio y el monopolio en que se sustentaba el capitalismo, proponiendo la liberación del mercado como medio para restaurar la reciprocidad en el cambio.

Poco después, en Lyon, Francia, apareció un grupo de obreros que se hacían llamar los mutualistas, y que desde 1843 ejercerían una influencia decisiva sobre Proudhon [2]. A partir de este momento comenzaría la historia oficial del mutualismo. Ya en 1846, Proudhon dedicaba unos párrafos finales de su Filosofía de la miseria al mutualismo:

Para llegar a la organización definitiva que parece ser el destino de nuestra especie sobre el globo, sólo falta hacer la ecuación general de todas nuestras contradicciones.
Pero, ¿cuál será la fórmula de esta ecuación?
Después de todo lo dicho, ya podemos entreverla: debe ser una ley de cambio, una teoría de MUTUALIDAD, un sistema de garantías que resuelva las formas antiguas de nuestras sociedades civiles y comerciales, y que satisfaga a todas las condiciones de eficiencia, de progreso y de justicia que ha señalado la crítica: una sociedad no sólo convencional, sino real; que cambie la división parcelaria en instrumento de ciencia; que suprima la servidumbre de las máquinas y prevenga las crisis de su aparición; que haga de la competencia un beneficio, y del monopolio una garantía de seguridad para todos; que, por la fuerza de su principio, en vez de pedir crédito al capital y protección al Estado, someta al trabajo el capital y el Estado; que, por la sinceridad del cambio, cree una verdadera solidaridad entre los pueblos; que, sin prohibir la iniciativa individual ni el ahorro doméstico, devuelva constantemente a la sociedad las riquezas que la apropiación retira; que por este movimiento de entrada y salida de los capitales, asegure la igualdad política e industrial de los ciudadanos, y por un vasto sistema de educación pública, elevando siempre su nivel, favorezca la igualdad de las funciones y la equivalencia de las aptitudes […]. [3]

Conviene hacer aquí algunas aclaraciones. Cuando Proudhon hablaba de “hacer beneficiosa la competencia” no tenía en mente un Estado regulador como el de nuestros días, sino la abolición de los privilegios que retenían la riqueza en beneficio de unos pocos, de modo que “sin prohibir la iniciativa individual ni el ahorro doméstico, devuelva constantemente a la sociedad las riquezas que la apropiación retira”. Proudhon reclamaba la liberación del mercado, cuyas fuerzas derramarían la riqueza en beneficio de toda la sociedad. [4]

Igualmente, hacer del “monopolio una garantía de seguridad para todos” no implicaba para él restaurar el Estado del bienestar, sino entregar a sus clientes (la sociedad) los servicios que –en su opinión- serían monopolios naturales. Proudhon propone mutualizar los servicios que el mercado no pueda ofrecer adecuadamente (algo que, aunque discutible para los mutualistas de hoy, sigue siendo perfectamente válido). En este sentido tiene que entenderse también su demanda de un “vasto sistema de educación pública”; esto es, en control del público, mutualizada. [5]
Por último, “someter el capital y el Estado al trabajo” equivaldría, en el lenguaje de Proudhon, a reemplazar las relaciones de jerarquía en lo político y en lo económico por relaciones de contrato (es decir, voluntarias) y reciprocidad (es decir, sin privilegios y entre iguales). [6] La banca mutualista permitiría a los trabajadores independizarse del capital; las mutualidades de defensa y protección lo permitirían del Estado.

En 1865 ofrece una definición más breve de mutualismo (La capacidad política de la clase obrera, p. 54):

La palabra mutual, mutualidad, mutuo, que tiene por sinónimo recíproco y reciprocidad, viene del latín mutuum, que significa préstamo (de cosa fungible), y en un sentido más lato, cambio. Es sabido que en el préstamo de cosa fungible, el objeto prestado es consumido por el mutuatario, que no devuelve sino su equivalente, ya en la misma especie, ya bajo cualquier otra forma. Supónganse que el mutuante pase a ser a su vez mutuatario, y se tendrá un préstamo mutuo, y por consecuencia, un cambio: tal es el lazo lógico que ha hecho que se dé el mismo nombre a dos operaciones distintas. […]. Lo que nos interesa s saber cómo sobre esa idea de mutualidad, de reciprocidad y de cambio, es decir, de justicia, sustituida a las de autoridad, comunidad o caridad, se ha venido en política y en economía a constituir un sistema de relaciones que tiende nada menos que a cambiar de arriba abajo el orden social.

Pocos años después, las ideas mutualistas viajarían al otro lado del Atlántico, de la mano de William Greene, conocido como el “Proudhon americano” por su adhesión apasionada a las ideas mutualistas. En Estados Unidos el mutualismo se despojará del lenguaje contradictorio y polémico de Proudhon, y, bajo la influencia del liberalismo revolucionario de décadas anteriores, enfatizará la soberanía del individuo, el derecho de propiedad y la libertad de contrato frente al capitalismo y el socialismo estatal, contra el que dirigirán muchos de sus vehementes ataques. En 1850, escribe Greene:

El mutualismo opera, por su propia naturaleza, para hacer el gobierno político, fundado en la fuerza arbitraria, superfluo; esto es, opera para la descentralización del poder político, y para la transformación del Estado, reemplazando el gobierno ab extra por el autogobierno. [7]

25 años después, Greene enfrentará la idea del mutualismo con la del comunismo, considerado este último perjudicial para la libertad y para el progreso:

El primer gran paso en el progreso humano resulta de la división del trabajo. Una característica de la división del trabajo, y del reparto económico de las tareas, es que cada individuo tiende a hacer precisamente lo que los demás no hacen. Tan pronto como el trabajo se divide, el comunismo necesariamente cesa, y el MUTUALISMO, la negación del comunismo, y la correlación recíproca de cada uno por los demás, y de los demás para cada uno, para un objetivo común, comienza. La marcha del progreso social va desde el comunismo hacia el mutualismo. El comunismo sacrifica al individuo para asegurar la unidad del todo. El mutualismo contiene un individualismo ilimitado como la condición previa esencial y necesaria para su propia existencia, y coordina a los individuos sin sacrificio alguno de su individualidad, en un todo colectivo, mediante la confederación espontánea o la solidaridad. El comunismo es el ideal del pasado; el mutualismo, el del futuro. [8]

Este modo de definir el mutualismo, en contraposición a sus adversarios, se tornará muy común desde este momento. El capitalismo era un sistema intrínsecamente injusto, que mediante privilegios y monopolios protegidos por el Estado [9] permitía a los terratenientes, banqueros y empresarios obtener beneficios inmerecidos (la renta, el interés y el beneficio); pero el socialismo estatal y el comunismo (incluido aquí el comunismo libertario de Kropotkin), al centralizar el poder y los medios de vida en el Estado o la comunidad, despojaban al individuo de toda posibilidad de soberanía. Quien controla la propiedad de los medios de vida, dirá Benjamin Tucker, “controla también, inevitablemente, la propiedad de la vida misma”. [10] En esta tesitura, el mutualismo se presentaba como la doctrina que podía alcanzar los objetivos del socialismo sin renunciar a su carácter libertario, individualista y de mercado. Clarence Lee Swartz lo explicaba así en 1926, con motivo de su genial What Is Mutualism?:

Existen varios “ismos” que consideran que la sociedad en su conjunto puede beneficiarse en mayor grado mediante la sumisión del individuo (más o menos completa) a un Estado central, a un gobierno, a una comuna, o  a cualquier otro término con que guste ser llamado este poder (que pretende ser racional y benévolo). El individuo es en gran parte ignorado.

La teoría del Mutualismo, en cambio, mantiene que los intereses de la sociedad en general se sirven más cumplidamente de igual modo que se promueven los intereses del individuo; mediante la libertad de restricciones, en tanto que las actividades del individuo no sean invasivas; mediante la eliminación de todos los factores que limitan artificialmente las oportunidades del hombre; mediante la organización voluntaria de la sociedad en asociaciones, en la medida que tenga necesidad de emprender actividades más allá del poder de un solo individuo; en pocas palabras, mediante la creación voluntaria y el mutuo intercambio de mercancías bajo condiciones que excluyen los privilegios especiales y los monopolios protegidos por el Estado. [11]

Y en la cabecera de ese mismo libro, Swartz escribe la que quizá sea la definición más clara y concisa del término mutualismo:

El mutualismo es un sistema social basado en la igualdad de la libertad, la reciprocidad, y la soberanía del individuo sobre sí mismo, sus asuntos y sus productos; realizado a través de la iniciativa individual, el libre contrato, la cooperación, la competición, y la asociación voluntaria para la defensa contra los invasores y para la protección de la vida, la libertad y la propiedad no invasiva.

Más adelante amplía esta idea:

El Mutualismo es aplicable a cualquier relación humana. A lo largo de todas las etapas de la existencia, desde el nacimiento hasta la muerte, la mutualidad – la asociación voluntaria para la acción recíproca– puede sentirse en cualquier momento, y está disponible en cualquier momento, esperando resolver cualquier problema de relaciones sociales, para decidir cualquier asunto que aparezca en el comercio y en la industria.
Para vivir el Mutualismo solo es necesario observar dos condiciones:
1. Que el individuo pacífico no puede ser coaccionado, y
2. Que el producto del trabajo del individuo no puede serle sustraído sin su consentimiento.
De esas generalizaciones negativas así postuladas, afirmando por lo tanto la soberanía del individuo, se sigue naturalmente un corolario positivo y constructivo –la reciprocidad; que implica la iniciativa individual, el libre contrato y la asociación voluntaria. Para que no haya duda sobre el significado del término “soberanía del individuo”, debemos explicar que aquí se usa para referir el completo control del individuo no invasivo sobre sí mismo, sus asuntos, y el producto de su trabajo.

En resumen, el mutualismo es un sistema social basado en las relaciones recíprocas y no invasivas entre individuos libres.
Los principios mutualistas son:
A NIVEL INDIVIDUAL: Igual libertad para cada persona —sin agresión a los demás.
A NIVEL ECONÓMICO: Reciprocidad sin restricciones, lo que implica libertad de cambio y contrato – sin monopolio o privilegio.
A NIVEL SOCIAL: Completa libertad de asociación –sin ninguna organización coercitiva.” – [12]

El libro de Swartz marcaría el fin de una etapa. Tras el auge del bolchevismo y las guerras mundiales, el mutualismo quedaría sepultado durante 80 años, cuando cobraría nueva forma gracias a los Studies in Mutualist Political Economy de Kevin Carson [13]. Si Swartz y Tucker se habían dedicado a definir el mutualismo en términos abstractos como “reciprocidad”, “libre contrato” o “ausencia de privilegios”, Kevin Carson dibujará una imagen muy concreta y palpable de la sociedad mutualista:

Su visión última es una sociedad en la que la economía esté organizada entorno al mercado libre entre productores, y la producción esté llevada por artesanos y campesinos autónomos, pequeñas cooperativas de productores, empresas grandes controladas por los trabajadores y cooperativas de consumidores. Al grado en el que aun exista el trabajo asalariado (que es probable, si no lo suprimimos por la fuerza), la supresión de los privilegios estatistas resultará en que el salario natural del trabajador, como decía Benjamin Tucker, será su producto completo. [14]

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[1]: What Is Mutualism? Cap. III, History of the Term Mutualism, Clarence Lee Swartz.

[2]: Introducción a la Filosofía de la miseria de Proudhon, Diego Abad de Santillán, p. 13.

[3]: Filosofía de la miseria, Tomo II, p. 357, Proudhon.

[4]: Benjamin Tucker, en Socialismo de Estado y anarquismo, lo explicaba así: “Pero, aunque opuestos (Proudhon y Warren) a la socialización de la propiedad del capital, eran partidarios, sin embargo, de socializar sus efectos al hacer su uso beneficioso para todos en lugar de un medio para empobrecer a muchos y enriquecer a unos pocos. Y cuando se hizo la luz en su mente, vieron que esto podía lograrse sometiendo el capital a la ley natural de la competencia…”

[5]: Esta interpretación queda más clara en La capacidad política de la clase obrera (p. 55), donde habla de la “enseñanza mutua” junto a los seguros y el crédito mutuo.

[6]: Estas ideas de contrato en lo político y reciprocidad en lo económico, como opuestas al Estado y al capitalismo, aparecen extensamente (en ocasiones con distinto nombre) en Idea general de la revolución en el siglo XIX y El principio federativo. En otras secciones trataremos este asunto.

[7]: Mutual Banking, The Provincial Land-Bank, p. 37, William Greene http://libertarian-labyrinth.org/greene/mutualbanking1870.pdf

[8]: Socialistic, Communistic, Mutualistic, and Financial Fragments, Cap. 3: Communism vs. Mutualism, William Greene http://libertarian-labyrinth.org/archive/Socialistic,_Communistic,_Mutualistic,_and_Financial_Fragments/3

[9]: Véase Socialismo de Estado y anarquismo o Declaración de propósitos de Liberty, de Benjamin Tucker,
http://www.banderanegra.canadianwebs.com/pretucker.html. Véanse también, más adelante, las referencias a Clarence Lee Swartz.

[10]: On Picket Duty, contenido en Instead of a Book: By a Man Too Busy To Write One, parte IV, Benjamin Tucker. http://fair-use.org/benjamin-tucker/instead-of-a-book/on-picket-duty-4

[11]: What Is Mutualism? cap. III, The Case Of Freedom, Clarence Lee Swartz http://www.panarchy.org/swartz/mutualism.3.html

[12]: What Is Mutualism? Cap. III, The Case Of Freedom, Mutualism Universally Applicable, Clarence Lee Swartz http://www.panarchy.org/swartz/mutualism.3.html

[13]: Disponible online aquí: http://mutualist.org/id47.html

[14]: Introducción a www.mutualist.org, Kevin Carson.

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  1. me gusto mucho este post

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