El Manifiesto de Josiah Warren

Abr 14 • Mutualismo • 7172 Views • 2 comentarios en El Manifiesto de Josiah Warren

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Con permiso de Tsekub, cuelgo su preciosa traducción del clásico manifiesto de Josiah Warren, donde sentaría las bases del mutualismo, paralelamente a Proudhon, y daría el puntapié a los anarcoindividualistas posteriores como Benjamin Tucker, enfatizando la soberanía individual y el comercio equitativo como pilares de la sociedad. La nota introductoria es de Joseph Ishill.

Nota introductoria

Josiah Warren fue, sin duda alguna, el primero de los anarquistas americanos. Como tal, consagró su vida al mejoramiento de la humanidad. A pesar de sus tendencias individualistas, tan características de nuestros viejos pioneros americanos, poseía un corazón y un espíritu abiertos a TODOS, y se pronunciaba por una sociedad donde la paz y la tranquilidad fuesen los factores dominantes.

También es verdad que, por tradición y por naturaleza, Warren era un rebelde nato, un rebelde contra todas las injusticias y penalidades humanas. Sus escritos señalan claramente el camino hacia la liberación y la aniquilación de todas las formas arcaicas de esclavitud y, antes que nadie, mantiene claramente su fe en la SOBERANÍA DEL INDIVIDUO. Hoy el mundo entero vive bajo un eclipse total de confusión y desilusión, eclipse debido sobre todo a un perverso «ismo» que ha oscurecido casi completamente el horizonte del universo y amenaza con destruir cruelmente los principios democráticos basados en la verdad y la justicia. Esta amenaza, esperamos, pasará también al olvido.

Al traer a la luz, nuevamente, este interesante documento, pensamos nosotros que podría llenar un vacío para los estudiantes interesados en los asuntos libertarios. Y estoy seguro de que un estudioso como el Dr. Paul Eltzbacher, auto de un interesantísimo trabajo titulado «Anarquismo», hubiese hecho buen uso de cualquier material escrito por Josiah Warren. Pero, lamentablemente, ninguna obra de este autor podía encontrarse en Europa. En los Estados Unidos, tan sólo algunos pequeños fragmentos pudieran, quizás, hallarse en algún archivo histórico. A propósito de este abandono por parte de nuestros bibliotecarios, me gustaría citar un fragmento de la introducción del Dr. Eltzbacher a su obra: «Existe en la actualidad una gran confusión en las ideas que se tienen sobre el anarquismo, y no sólo entre las masa sino también entre los estudiosos y estadistas» y, poco más adelante, en la misma introducción, agrega: «Los escritos anarquistas están muy escasamente representados en nuestras bibliotecas públicas. Algunos de ellos son tan raros que resulta muy difícil para un individuo adquirir siquiera el más destacado de ellos.»

Esto fue escrito hace cerca de medio siglo, y hoy es todavía considerado por los ardientes seguidores de esta filosofía como el más auténtico y confiable estudio sobre el tema. Existe una edición americana de este trabajo, publicada por Benjamín R. Tucker en 1908, pero hace tiempo se halla fuera de circulación. Acerca de las publicaciones de Josiah Warren me gustaría citar aquí a otro gran estudioso y bibliófilo, el Dr. Max Nettlau. Lo que sigue es un extracto de una carta inédita dirigida por él a Ewing C. Baskette, con fecha del 26 de mayo de 1936, en el que menciona una de las primeras publicaciones de Warren, «El revolucionario pacífico» (1833).

«Me gustaría saber si alguien ha visto un ejemplar alguna vez. Si hay una copia en cualquier parte, ésta tiene un valor enorme y debe pasar inmediatamente a alguna de las bibliotecas más importantes de Nueva York o Washington.» Desgraciadamente, ninguna de las bibliotecas mencionadas lo posee. Yo, por mi parte, haré mi mayor esfuerzo para reimprimir otros artículos de este autor, tanto como el tiempo y las fuerzas me lo permitan.

Joseph Ishill, septiembre de 1952.

Manifiesto

Josiah Warren

Parece ser que en el extranjero existe la impresión de que yo estoy comprometido en la formación de sociedades. Esto, realmente, es un gran error que me veo obligado a corregir. Todos aquellos que han escuchado o leído algo de mí sobre estos temas, saben que uno de los puntos principales en los que siempre he insistido es que la formación de sociedades o cualquier otra clase de combinaciones artificiales ES el primero, más grande y fatal error cometido por los reformadores y legisladores; que cualquiera de estas combinaciones requiere la abdicación de la soberanía natural del INDIVIDUO sobre su persona, tiempo, propiedades y responsabilidades, a favor del gobierno de la combinación; que esto tiende a postrar al individuo y reducirlo a mera pieza de una máquina, involucrando a otros en la responsabilidad de sus actos y responsabilizándolo a él, a su vez, por los actos y sentimientos de sus asociados; que, de esta manera, él vive y actúa sin control sobre sus propios asuntos, sin poseer ninguna certeza sobre el resultado de sus acciones y casi sin un cerebro que se atreva a usar por su propia cuenta y que, en consecuencia, nunca llega a conocer los grandes propósitos para los que la sociedad ha sido expresamente formada.

Por lo menos algunas de las personas que hayan asistido a nuestras reuniones públicas saben que el COMERCIO JUSTO se halla fundado en un principio exactamente opuesto al de la combinación, principio que podemos llamar de individualidad. Este principio deja a cada uno en posesión de su soberanía natural sobre su persona, tiempo, propiedad y responsabilidades y no requiere que nadie rinda ninguna «porción» de su libertad natural uniéndose a sociedad alguna ni tampoco le exige hacerse responsable por los actos o sentimientos de cualquier otro. Tampoco existe, en este principio, ninguna cláusula por la que la corporación pueda ejercer cualquier clase de gobierno sobre la persona, el tiempo, las propiedades o las responsabilidades de un solo individuo.

Las combinaciones, así como todas las instituciones construidas en base a ellas, son invenciones del Hombre y, por consiguiente, comparten la limitada visión humana y todas sus imperfecciones. El COMERCIO JUSTO, por el contrario, es un simple desarrollo de principios que, aunque nuevos para el público, son tan viejos como la creación y durarán tanto como ésta. Esta idea, la de que yo también estoy formando sociedades, es muy natural, ya que todos los intentos de reforma radical conocidos hasta ahora se basaron en combinaciones. Por lo tanto, el público no es consciente de la existencia de otro principio y concluye que la nuestra es otra propuesta del mismo tipo y debe fracasar como las demás. Yo respeto su juicio y creo, con ellos, que cualquier esfuerzo por mejorar la condición social por la formación de sociedades o cualquier combinación artificial (a pesar de su ingenioso diseño, las buenas intenciones que animen a sus promotores o lo honestamente dirigido que se halle el emprendimiento) terminará por derrotar sus propios fines y defraudará a todos los que se hallen comprometidos en ella. El fracaso del experimento comunitario de Nueva Armonía durante el período que fue de 1825 a 1827 me llevó a la convicción de que el principio de combinación no funciona bien más allá de los grandes objetivos de la sociedad. Por el contrario, después de una íntima y rigurosa investigación, llegué a la conclusión de que el principio opuesto, el de individualidad y el proceso de DESCONEXIÓN contenían la llave maestra y todo el poder de regeneración y redención necesarios para la solución del gran problema social. De hecho, este principio promete tanto que resulta difícil de creer, la esperanza parece desmesurada. Tan es así que su descubridor (si lo podemos llamar de esta manera) no se atrevió a comunicárselo a sus conocidos más íntimos por temor a ser considerado demente. Por consiguiente, el camino que le quedaba era el de demostrar todo esto en la PRÁCTICA antes de comunicarlo al público.

Un rumbo totalmente nuevo de investigaciones y experimentos había comenzado. El primero de ellos fue la «Tienda de Tiempo», abierta en Cincinatti en mayo de 1827. Este experimento, que duró tres años, tenía por objeto la aplicación de estos principios en todo el comercio de vida y el intervalo entre ese tiempo y el presente ha sido empleado (hasta donde las circunstancias privadas lo han permitido) en el desarrollo de estos mismos principios o en la preparación para ellos.

Estos mismos principios han sido aplicados en el cuidado y la educación de los niños, y ellos nos mostrarán el radical error y la gran causa de frustraciones en este tema tan importante. Estos principios han sido aplicados en la compra y venta de tierra y de casi todos los otros tipos de propiedad, así como en el intercambio de toda clase de servicios, lo que incluye la labor de los comerciantes, abogados, médicos, caseros de pensión, etc. A través de todo el proceso la soberanía del individuo fue estrictamente preservada e invariablemente respetada. Ninguna legislación, de la clase que fuere, invadió la esfera individual y fue este respeto absoluto por la individualidad lo que atrajo a cientos de personas a la Tienda de Tiempo, muchas de las cuales no entendían demasiado de sus principios u objetivos. Ellas comprendían, sin embargo, que era de su interés participar del experimento, demostrando así que los negocios de la comunidad pueden ser así resueltos por un natural e irresistible proceso, sin combinación, sin organización, sin leyes, sin gobierno, sin la renuncia de cualquier porción de la libertad natural del individuo. Demostrando también que la reforma no necesita esperar a que el mundo haya aprendido pero que la práctica constituye un proceso de reeducación que no puede ser estimado hasta que se participa de él y que, precisamente, es el sabio el que se queda atrás en su adquisición.

Del mismo modo, ha sido tan completa la individualidad de acción a lo largo de todos los experimentos que los centenares de personas que han tomado parte en ellos no pueden ser, en modo alguno, identificados como miembros de una secta, una facción o una sociedad. El público, en general, no los reconoce, excepto a aquellos que voluntariamente se identifiquen a sí mismos con estos principios.

La opinión pública es el verdadero gobierno del mundo. La imprenta es quien crea este poder gubernamental. En consecuencia, entre los preparativos para una introducción general a estos temas está la simplificación de la labor impresora y el diseño de una imprenta capaz de ser introducida en el hogar y manejada por cualquier persona que desee hacerlo, del sexo que fuere. Estos y otros aspectos de la verdadera reforma deben ser informados en forma independiente de la prensa común, cuyos conductores están, generalmente, demasiado absorbidos o interesados en otros asuntos, demasiado influidos por la opinión pública o son demasiado superficiales para pensar en hacer justicia a este asunto cuando recién se halla en sus inicios. Los experimentos y preparativos han concluido y los resultados están registrados o en el testimonio vital de quienes en ellos participaron. Se convierten ahora en el fundamento práctico de las realizaciones en este terreno. Aquellos que deseen una mayor información pueden obtenerla de los particulares en reuniones públicas o leyendo la GACETA DEL COMERCIO JUSTO, que será publicada con este propósito. Lo que sigue son algunos de los más prominentes rasgos del COMERCIO JUSTO.

Va a establecer un principio justo y permanente de comercio. Un principio que pondrá fin a todas las actuales fluctuaciones de precios y, por consiguiente, a la inseguridad y la ruina que estas fluctuaciones acarrean, y ayudará a levantarse a aquellos que están ahora arruinados. Tiende a poner fin a todos los tipos de especulación. Tiene un sonoro y racional medio de cambio, una real y definida representación de la riqueza. Está basada exclusivamente en el trabajo como el único capital legítimo. Este medio de cambio posee una tendencia natural a disminuir gradualmente el valor y el uso del dinero, hasta finalmente liquidarlo y, por consiguiente, para barrer toda la masa aplastante de fraude, iniquidad, crueldad, corrupción e imposición que se construyen sobre él. Al ser el medio de cambio emitido sólo por aquellos que trabajan, estos tendrían en sus manos el poder y la riqueza, mientras que aquellos que no trabajan, aunque ahora sean ricos, se tornarían pobres y sin poder.

Abre el camino para que trabajen todos aquellos que lo deseen, al dejar actuar la tendencia natural que mantiene la oferta en proporción racional a la demanda. Soluciona el enorme y difícil problema de la máquina contra el trabajo. En este principio, en la misma proporción en que la máquina arroja obreros del trabajo, trabaja por y para ellos. Además, deja siempre abierta la posibilidad de un nuevo empleo y, al abolir las ganancias misteriosas, deja atrás los tipos de aprendizaje rutinarios y trae las nuevas formas de conocimiento al alcance de todos los que lo deseen.

La necesidad de cada uno de pagar en su propia labor por lo que consume permite el único y legítimo control sobre el lujo excesivo, que ha arruinado individuos, estados e imperios y que está a punto de traernos la ruina casi universal a todos. El comercio justo no amuebla ninguna oficina para el ambicioso, ni ofrece oportunidades a quienes deseen elevarse por encima de las personas o las propiedades de otros. Por consiguiente, no ofrece ninguna tentación para tal clase de gente y estos no se hallarán entre los primeros en adoptar el COMERCIO JUSTO. Éste apela, primero que nada, a la mayoría oprimida, a los humildes, a los de abajo, y será adoptado primero por ellos y por aquellos que no tienen ningún deseo de vivir a expensas de los demás, así como por todos aquellos, ricos o pobres, cuyas superiores cualidades morales o intelectuales les permitan apreciar algunas de las inefables bendiciones que serían el resultado de tal estado de la existencia humana.

Estos son algunos de los rasgos más prominentes del COMERCIO JUSTO. El lector notará que estos, precisamente, son los rasgos que una gran y redentora revolución debe poseer. Pero ellos son tan extraordinarios, tan fuera del curso común y corriente de las cosas que nuestra propuesta, con seguridad, será denunciada por algunos como visionaria e impracticable. Estoy preparado para todo esto y estoy preparado también para demostrar que las aplicaciones más importantes de estos principios YA SE HAN HECHO y han demostrado su legitimidad más allá de todas las contradicciones exitosas. Y para demostrar todo esto, declaro que es absolutamente factible para casi cualquier persona empezar a disfrutar aquí dentro de algunas de sus ventajas en seguida, para liberarse gradualmente de la iniquidad aplastante y el sufrimiento de (lo que se llama) la sociedad civilizada. Y todo esto sin unirse a sociedad alguna ni ceder parte de su natural e inalienable soberanía sobre su persona, tiempo o propiedades y sin hacerse, en modo alguno, responsable por los actos o sentimientos de otras personas con las que haya realizado transacciones basándose en estos principios.

Josiah Warren, Nueva Armonía, Nov. 27, 1841.

Un sentimiento muy común de nuestra época es que hay algún mal profundo y radical en alguna parte ahora y que los legisladores se han mostrado incapaces para descubrirlo o remediarlo. Con toda la deferencia debida a otros juicios, yo me he dedicado a señalar lo que parece constituir este mal y sus remedios naturales, legítimos y eficaces y lo seguiré haciendo dondequiera que este asunto reciba la atención y el respeto que su indecible importancia le confiere. He esperado que alguna persona capaz de un razonamiento correcto se dedique a investigar el tema y ver si puede encontrar un motivo para oponerse al COMERCIO JUSTO Quiero señalar, por ello, la absoluta imbecilidad y la debilidad sorprendente de cualquier objeción que pueda hacerse contra él. Cualquier objeción, para ser tenida en cuenta, debe confinarse a este asunto, y sus tendencias naturales: la DESCONEXIÓN con todos los demás y con todo lo que no sean consideraciones meramente personales. Yo rechazo todo las controversias ruidosas, prolijas, confusas y personales. Este asunto se presta para el estudio sosegado y la pregunta honrada; y, después de ser expuesto (como yo pienso hacer) justamente ante el público, deberá ser estimado por cada individuo según su particular medida de comprensión, y no deberá realizar ninguna clase de violencia, restricción o coacción sobre el individuo.

Josiah Warren.

Este Manifiesto fue originalmente escrito y publicado por Josiah Warren en 1841 e impreso por el autor en su propia imprenta, inventado y diseñado por él mismo. La presente reimpresión está basada en una copia del fotóstato original proporcionada por Sr. Ewing C. Baskette, a quien agradecemos encarecidamente que haya descubierto tan extraño y valioso documento histórico. Las tipografías usadas en el documento original son Garamond y Claustro Oldstyle.

La Prensa de la Oropéndola Septiembre de 1952.

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2 Responses to El Manifiesto de Josiah Warren

  1. presurista dice:

    Pues gracias tsekub por esta traducción.
    A falta de leer profunda y detenidamente el manifiesto, una de las cosas que me parecen muy importante es el énfasis en el tiempo propio de cada individuo. Creo que para comprender el trabajo como actividad propia y privada, se debe entender que el tiempo no es el medido, que es el colectivo, sino el individual.

  2. Definitvamente la virtud de Warren no era ser un teórico de la economía, sino por su afán de probar «en campo» que sus tesis de una u otra forma funcionarían.

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